Los casos de demencia en Europa podrían duplicarse de aquí a 2050 debido al aumento de los niveles de contaminación atmosférica, y estudios recientes relacionan los contaminantes con un mayor riesgo; las proyecciones mundiales apuntan a un aumento de 300%, lo que pone de relieve la urgencia de adoptar medidas políticas para mejorar la calidad del aire y prevenir el deterioro cognitivo en todas las poblaciones.
La demencia se reconoce cada vez más como uno de los retos de salud pública más importantes de Europa, ya que actualmente afecta a más de 9 millones de personas en todo el continente. Esta enfermedad neurodegenerativa progresiva no solo es devastadora para las personas directamente afectadas, sino que también impone una pesada carga a las familias y los cuidadores, con unos costes anuales de asistencia que oscilan entre 8.000 y 70.000 euros por persona. Resulta alarmante que las previsiones indiquen que la prevalencia de la demencia en Europa podría duplicarse de aquí a 2050, lo que subraya la acuciante necesidad de una respuesta coordinada por parte de los sistemas sanitarios, los responsables políticos y las comunidades por igual.
Fundada a principios de la década de 1990, Alzheimer Europa se ha situado a la vanguardia de la lucha contra este problema polifacético. Con 41 asociaciones miembros en 36 países, la organización se dedica a mejorar los derechos, la dignidad y la autonomía de los afectados por la demencia. A medida que crece la demanda de estrategias asistenciales innovadoras, su misión de cambiar las percepciones y las políticas sigue siendo crucial para fomentar entornos que apoyen a las personas que viven con esta enfermedad.
Estudios recientes de la Comisión Lancet han revelado que hasta 40% de los casos de demencia podrían prevenirse o retrasarse eliminando factores de riesgo modificables específicos, como la contaminación atmosférica. El informe 2020 de The Lancet destaca 12 de estos factores y se hace eco de la creciente preocupación por el impacto de las condiciones medioambientales en la salud cognitiva. En particular, los datos clínicos relacionan cada vez más la exposición prolongada a la contaminación atmosférica con un mayor riesgo de demencia, lo que constituye un argumento de peso para adoptar medidas urgentes destinadas a mejorar la calidad del aire.
La Agencia Europea de Medio Ambiente informa de que, a pesar de las mejoras de los últimos años, aproximadamente 94% de los residentes urbanos siguen expuestos a partículas finas que superan los niveles orientativos de la Organización Mundial de la Salud. Esta exposición continuada plantea graves riesgos para la salud a lo largo de toda la vida y puede estar contribuyendo al deterioro cognitivo observado en muchas poblaciones. Las nuevas investigaciones indican que los contaminantes atmosféricos, en particular las partículas finas, provocan respuestas inflamatorias que pueden dañar órganos vitales, incluido el cerebro. Aunque aún se están investigando los mecanismos biológicos exactos que conducen a la demencia, se ha establecido una clara asociación que insta a los profesionales sanitarios y a los responsables políticos a actuar con decisión.
El proyecto ADAIR (Alzheimer's Disease Air Pollution), una iniciativa multinacional financiada por el Programa Conjunto para la Investigación de Enfermedades Neurodegenerativas, ha tratado de aclarar la relación entre la calidad del aire y la enfermedad de Alzheimer (EA), responsable de la mayoría de los casos de demencia. Los resultados preliminares de ADAIR demostraron que la exposición aguda y crónica a contaminantes puede alterar significativamente los perfiles de las células inmunitarias y los marcadores inflamatorios, lo que respalda la idea de que la inflamación desempeña un papel fundamental en los cambios físicos asociados al Alzheimer.
El creciente número de pruebas subraya la necesidad de estrategias integrales que no sólo mitiguen el inminente aumento de los casos de demencia, sino que también promuevan estilos de vida más saludables a lo largo de toda la vida. Al invertir en políticas que mejoren la calidad del aire y aborden otros factores de riesgo modificables, los gobiernos pueden desempeñar un papel fundamental para frenar la futura carga de demencia. A medida que nos acercamos al aumento previsto de los casos de demencia -hasta 300% en todo el mundo para 2050-, se hace más urgente la necesidad de adoptar medidas preventivas conjuntas. El momento de actuar es ahora; el aire puro es esencial para las mentes claras.